
Estamos todavía en octubre y los primeros turrones y polvorones ya aparecen en las grandes superficies. ¡En nada estamos en Navidad!
Una mezcla de pensamientos irrumpe en mi cabeza. Educamos a nuestros hijos e hijas en valores y en compartir, pero la lista de peticiones a los Reyes Magos (o Papá Noel) es interminable y por mucho que intentes trasladarles que no pidan tanto, que hay niños/niñas que no tienen nada, como todos sabemos, los Reyes son “Magos” y pueden con todo.
Como madre siempre he pensado que el mejor regalo que le podemos hacer a nuestros hijos/as es la educación.
Seguramente por ese motivo, valorar la opción de que los Reyes Magos o Papá Noel, traigan la posibilidad de disfrutar en familia de un musical, la visita cultural a otra ciudad, la contribución a una experiencia de verano en un campamento para los más pequeños, o a la estancia en otro país para los más mayores, me parecen unas ideas fantásticas. Y de paso, reducimos la lista de presentes que llegan de todas las casas de nuestro entorno, y que a mí personalmente, me dejan un sabor agridulce: no les hace falta tanto, no valoran lo que reciben y al poco tiempo, a veces ese mismo día, no les hacen ningún caso. Algo para reflexionar…
Y un año u otro, llega el temido momento en el que el más pequeño de tus hijos te dice: “Va mamá, dime la verdad: ¿los Reyes sois vosotros?” ¡¡¡Y se te parte el alma!!! Necesita que le confirmes lo que ya sabe, ya no puedes seguir alargando el tiempo de la magia con las múltiples excusas de años anteriores… y todavía con la tristeza en el cuerpo, no te queda otra opción que asumir que se hacen mayores y, en ese momento, eres consciente de que empieza otra etapa de nuestra vida.
¿Y ahora qué? Aparece una nueva oportunidad, la de seguir educando en valores, la de trasladarles una responsabilidad preciosa. Antes eran pequeños, pero ya son más mayores y las personas cuando somos mayores tenemos más responsabilidades. Y la desilusión del descubrimiento se transforma en complicidad y esperanza.
Como ya conocen “el gran secreto” pueden formar parte de él. Por un lado, el más evidente, con la discreción necesaria para con los más pequeños en general y, por otro lado, con una acción solidaria, la de ser ellas y ellos mismos los Reyes Magos (o Papá Noel) de otros niños/as que no son tan privilegiados como ellos ¡Podemos seguir haciendo magia! ¡Y a partir de ahora juntos/as!
El ritmo tan acelerado que llevamos, no siempre nos permite ser conscientes de como podemos mejorar la vida de otras personas y a nuestro alrededor hay niños y niñas que no han tenido la suerte que han tenido los nuestros.
Mirar a los ojos a nuestros hijos/as y compartir con ellos (una vez más) esta toma de consciencia y poner juntos nuestro granito de arena es, en mi opinión, otro regalo que podemos y debemos hacerles ¡Otro regalo más de la Navidad!
En nuestro entorno existen muchas organizaciones solidarias que ponen a nuestro alcance el poder colaborar en esta y otras acciones. Os dejo un enlace donde se ve la campaña de reyes del año pasado de la Asociación Mamás en acción.
Si ayudar a otras personas te llena de satisfacción hacerlo junto a tus hijos/as es algo indescriptible. Así que desde estas líneas os animo a pensar en ello.
Los Reyes Magos (o Papá Noel) siguen trabajando, cada vez con más ayuda, la de los niños y niñas que se hacen mayores. Y los padres y madres seguimos en la importante y apasionante tarea de ayudar a nuestros hijos e hijas a crecer con valores.
Y por supuesto,
Si, ¡Este año también vendrán Los Reyes Magos (o Papá Noel)!
Inma Merino Cervera
Dirección Marketing, Comunicación y Relaciones Externas