
Desde el momento en que nacemos estamos influidos por los demás. Familia, amigos, televisión, vecinos, compañeros, letras de canciones, internet y las diferentes redes sociales nos bombardean a diario con opiniones, juicios, comentarios y otros.
Ante esta situación parece que un arma muy potente relacionada con una autoestima saludable y si se me permite llegar más lejos, con la ansiada felicidad, es el pensamiento crítico.
Pensar por nosotros mismos, ser libres para pensar de forma diferente a una mayoría y sentirnos como un salmón que recorre el río en sentido inverso a los demás parece estar estrechamente vinculado a un alto grado de satisfacción personal con tendencia a la auto- realización. Copérnico o Galileo serán recordados en este sentido como grandes salmones.
Seguir a los demás sin pensar puede acabar en un mal a erradicar, el fanatismo. Por contra, el motor y responsable del avance de la raza humana parece ser este pensamiento crítico, la capacidad de resistirnos a la influencia de los demás, de pensar y sentir por nosotros mismos, de valorar las alternativas de las que disponemos y de elegir libremente y asumir con responsabilidad las consecuencias de dicha elección.
Las dos instituciones con mayor responsabilidad en la educación de los niños y niñas, como son la familia y la escuela, tenemos el deber de propiciar experiencias y actividades que poco a poco vayan alcanzando este fin. Se pueden plantear como experiencias todas aquellas noticias de actualidad cotidianas que conduzcan a tomar posición ante diferentes dilemas a menudo de tipo moral y desarrollar así el pensamiento propio, un juicio crítico adecuado y por adecuado entiendo, vinculado a los principios morales que la sociedad considera como adecuados. Es importante recordar que la moral y ética social no son innatas y requieren por tanto de enseñanza para su aprendizaje.
Poseer un juicio crítico individual adecuado también nos permite orientarnos con brújula en el mundo persuasivo y cambiante de la publicidad y el consumismo.
Es por todo lo dicho que creo en la necesidad de propiciar el juicio crítico y valores éticos en los estudiantes desde edades tempranas con la misma importancia que se le ha dado tradicionalmente a la literatura o matemáticas.
Carlos Martín Fernández
Psychologist